Prelavar, ¿sí o no? Desmontamos los mitos acerca del uso del lavavajillas

 

El consumo responsable de agua es uno de los pilares fundamentales en favor de la sostenibilidad ambiental.

Según los últimos datos del INE, el consumo medio de agua de los hogares es de 136 litros al día. Una cifra que, a pesar de resultar desorbitante, cobra sentido cuando analizamos el alcance de cada una de nuestras acciones cotidianas. En el caso del consumo de agua de los electrodomésticos y, en concreto, del lavavajillas, existe el pensamiento de que implican un derroche elevado. No obstante, los expertos indican que lavar a mano es menos ecológico y económico que hacerlo en el lavavajillas.

Los números hablan por sí solos: Un lavavajillas usa aproximadamente una media de 10 litros de agua por lavado, mientras que lavar la misma cantidad de platos a mano significa un gasto de 80/85 litros de agua.  En este sentido, con el fin de realizar un consumo eficiente, hay algunos errores recurrentes y falsos mitos que debemos evitar.

 
Prelavar los platos con agua antes de meterlos en el lavaplatos

 

No tiene sentido retirar los restos de comida de la vajilla metiéndola debajo del agua antes de introducirlos en el lavavajillas, ya que no es necesario y además gastaremos el doble de agua. Sin embargo, resulta imprescindible que los platos entren en la máquina lo más despejados posible porque, a pesar de que el lavavajillas actúa contra las manchas y la grasa, no es una trituradora de residuos.  En el caso de que estos se acumulen, tendremos mal resultado y podremos dañar el electrodoméstico.

Por tanto, debemos retirar los restos visibles con un tenedor o con una servilleta siguiendo la máxima de que cuanta menos suciedad haya en los platos, mejor quedarán.  Te recomendamos las lenguas de pastelería (espátulas de goma) para rascar la grasa muy difícil y arrastrar los restos de platos y utensilios.

 
No adaptar a mis necesidades el tipo de lavavajillas y el número de lavados

 

La clave de los electrodomésticos está en su utilización. ¿Consume menos poner un lavavajillas grande lleno a la semana o uno pequeño cada día con poca carga? Sin duda, es preferible llenar el electrodoméstico, pero sin saturarlo. Así seremos más eficientes y ahorraremos en gastos energéticos.

Hay que tener en cuenta también que los programas de lavado con más alta temperatura, consumen más energía. Para evitarlo podemos utilizar los llamados ‘programas Eco’, que consiguen el mismo efecto de limpieza con menos intensidad de calor y agua, alargando el tiempo que dura el lavado.

El abrillantador solo da brillo a los platos

 

El abrillantador que incorporamos junto al detergente en cada lavado tiene dos funciones básicas, además de dejar la vajilla con un punto brillante. La primera de ellas es reducir la cantidad de agua que nos queda sobre los platos, acelerando el proceso de secado al final del lavado. Esto es algo que se nota especialmente en los lavavajillas industriales que limpian la vajilla en tan solo 2 minutos con una presión de agua y una temperatura muy potente. En segundo lugar, neutralizar el efecto del detergente si hubiera quedado algún residuo en el aclarado. A su vez, también combate las marcas de agua y en algunos casos crea una especie de film protector que hace que los platos luzcan un punto brillante.

 

Así que ya sabes: olvídate de prelavar la vajilla, avalúa qué tipo de uso del lavavajillas se adapta más a tus necesidades, y no te olvides del abrillantador.

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